Puede que no lo veas, no lo huelas y no lo notes. Pero el radón está ahí. En el subsuelo, en las rocas, colándose de forma silenciosa por los cimientos de muchos edificios. Galicia convive con uno de los gases naturales más invisibles… y más peligrosos para la salud.
Durante mucho tiempo, el radón ha sido una cuestión técnica. Algo que solo conocían los físicos, los expertos en geología o algunos técnicos de salud ambiental. Sin embargo, algo está cambiando. Y está cambiando para bien. Porque en Galicia, cada vez más personas saben lo que es el radón, entienden sus riesgos y, sobre todo, empiezan a preocuparse por él. Y eso significa que también estamos empezando a actuar.
¿Qué es exactamente el radón?
El radón es un gas radiactivo que se forma de manera natural en la cadena de desintegración del uranio, presente en suelos y rocas. Es incoloro, inodoro e insípido. Pero eso no lo hace inofensivo. Sus productos de desintegración —especialmente el polonio-218 y el polonio-214— emiten radiación alfa, que al ser inhalada puede depositarse en los pulmones y dañar las células del epitelio pulmonar. Con una exposición continuada, esto puede derivar en cáncer de pulmón.
Y no hablamos de una amenaza menor. La Organización Mundial de la Salud lo reconoce como la segunda causa de cáncer de pulmón a nivel mundial, solo por detrás del tabaco. En España, se estima que el radón está implicado en alrededor del 4% de las muertes por esta enfermedad.
Galicia: un territorio especialmente expuesto
En Galicia, el problema se multiplica. Su geología —rica en granito y, por tanto, en uranio— hace que muchas zonas presenten niveles elevados de radón. Y si a esto le sumamos factores como las características de la construcción tradicional, el uso frecuente de plantas bajas o sótanos y determinadas condiciones climáticas, el resultado es un escenario especialmente vulnerable.
Por eso, Galicia es una de las comunidades donde más se ha empezado a hablar del radón. Los medios lo mencionan, las administraciones lo tienen en agenda y muchos ciudadanos ya se hacen la pregunta clave: ¿Está mi casa en una zona de riesgo?
Esa creciente sensibilización social es fundamental. Porque visibilizar el problema es el primer paso para solucionarlo. Y Galicia lo está dando.
¿Qué respuesta se está dando desde las instituciones?
A nivel europeo, la Directiva 2013/59/Euratom obliga a todos los Estados miembros a establecer niveles de referencia para radón en espacios cerrados (generalmente, 300 Bq/m³) y a adoptar medidas para limitar su presencia en viviendas, centros de trabajo y otros espacios.
En España, esta normativa se ha incorporado en dos normas clave:
- El RD 732/2019, que modifica el Código Técnico de Edificación (CTE), estableciendo medidas obligatorias para prevenir la entrada de radón en nuevas construcciones o en reformas en zonas de riesgo.
- El RD 1029/2022, que aprueba el Reglamento sobre Protección Sanitaria contra Radiaciones Ionizantes, incluyendo entornos laborales y medidas más estrictas de control y seguimiento.
El gran paso ha llegado con la presentación del Plan Nacional de Radón “Reduce Radón 2025–2030”, publicado el 7 de noviembre de 2024. Este plan articula una estrategia integral a nivel estatal para reducir la exposición al radón mediante acciones coordinadas de medición, concienciación, remediación y regulación.
Galicia da un paso más con su propio plan autonómico
Pero Galicia no se ha quedado ahí. Ha sido la primera comunidad autónoma en lanzar una estrategia propia: el plan “Reduce Radón Galicia 2025–2030”. Una iniciativa que adapta las directrices nacionales a las características y necesidades específicas del territorio gallego.
Este plan autonómico plantea una serie de objetivos concretos que buscan reducir significativamente la exposición de la población al radón. Algunos de los más destacados —donde la física tiene un papel protagonista— son:
- Objetivo 1: Garantizar mediciones de calidad, homogéneas y fiables en toda Galicia.
- Objetivo 7: Impulsar la investigación interdisciplinar entre salud pública y áreas técnicas como física, arquitectura, geología o epidemiología.
- Objetivo 9: Fomentar la innovación, por ejemplo, en el estudio del comportamiento del radón en función de los materiales de construcción.
- Objetivo 13: Desarrollar estructuras estables que integren equipos técnicos multidisciplinares para abordar el riesgo de forma integral.
- Objetivo 14: Promover medidas de remediación tanto en viviendas como en espacios laborales.
El papel de los físicos: una oportunidad de impacto real
Estos objetivos no son solo líneas estratégicas. Son también oportunidades reales de desarrollo profesional para los físicos, especialmente para quienes tienen formación o experiencia en física de la radiación, física nuclear, física de materiales o mecánica de fluidos.
Desde el diseño de protocolos de medición, pasando por la caracterización de edificios, la evaluación de riesgos, la modelización matemática, el asesoramiento técnico a empresas constructoras o la formación de otros profesionales… el radón es un campo donde la física se aplica con toda su potencia.
Pero también con toda su responsabilidad. Porque este es un ámbito donde no vale cualquier solución. Se necesita rigor, trazabilidad, ética profesional y compromiso con la salud pública. Y ahí, los físicos debemos ser referentes.
Un ecosistema gallego preparado
Lo mejor es que Galicia ya cuenta con un ecosistema preparado para liderar esta transformación:
- La Universidad de Santiago de Compostela, con grupos de investigación punteros en radón, materiales y salud ambiental.
- Empresas especializadas en calidad del aire interior, con capacidad técnica para realizar mediciones y ejecutar soluciones.
- El Colegio Oficial de Físicos (COFIS), que ofrece respaldo institucional, formación continua, asesoramiento y representación profesional.
- Y la Comisión del Radón del COFIS, un grupo de trabajo de referencia en el ámbito estatal, que busca posicionar la física como disciplina clave en la estrategia de salud ambiental.
¿Y ahora qué?
La sociedad gallega ya ha dado el primer paso: reconocer el problema. Las instituciones también han respondido. Ahora toca pasar del diagnóstico a la acción. Y para eso necesitamos profesionales formados, estructuras sólidas y coordinación entre todos los agentes implicados.
Desde el COFIS, animamos a todos los físicos gallegos —y del resto del país— a ver el radón no solo como un reto técnico, sino como una oportunidad para hacer que nuestra profesión tenga un impacto directo en la salud de las personas y en la calidad de vida de nuestros entornos.
Porque lo invisible también importa. Y lo que no se ve, también se puede medir… y resolver.
Jorge Mira Pérez
Socio Fundador de Ventilatio Lab
Catedrático del Departamento de Física Aplicada de la Universidad de Santiago de Compostela
Miembro del iMATUS (Instituto de Materiales de la USC)
Presidente de la comisión Deontológica del COFIS