Día de la niña y la mujer en la Ciencia. Un poco de historia.
Aunque cabría esperar que en el año 2024 el Día de la Mujer en la Ciencia traería consigo unas estadísticas que mostraran que finalmente se han reconocido no sólo las contribuciones de las mujeres al campo a lo largo de la historia, si no que además se ha admitido socialmente la posibilidad de que el género no afecta a las aptitudes científicas de una persona. Sin embargo, los últimos datos que ha publicado el Instituto de Estadística de la Unesco son contundentes, y señalan en la dirección contraria.
Las mujeres representan un 33,3% de las plantillas de investigadores existentes en el mundo, lo que se traduce en que sólo uno de cada tres investigadores son mujeres. Ahora bien, no es debido a que las mujeres sean menos capaces en campos como la ciencia y las matemáticas, sino que, a la hora de decidir su futuro laboral, las mujeres eligen con mucha menos probabilidad los estudios de ciencias. En concreto, la UNESCO cuenta que los ámbitos menso poblados son las tecnologías de la información y comunicación, con un 3% únicamente de plantilla femenina, y las ciencias naturales, con un 5%. Y es que incluso para esas mujeres que sí deciden dedicar su vida a la ciencia las condiciones son muy distintas a las de sus compañeros hombres: las mujeres en STEM (Science, Technology, Engineering and Maths o Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas; en castellano) tienen salarios más bajos, sus obras se publican menos y sus carreras no llega a puestos de tan alto nivel como sí lo hacen las de sus compañeros.
Es por eso que, desde el sector que nos concierne, el de la Física, podemos aprovechar este día un año más para recordar y honrar el papel de las mujeres, sin cuyo esfuerzo y dedicación muchas de nosotras, las físicas que vinimos después, no podríamos ocupar el espacio que actualmente ocupamos.
Y es que a pesar de que el acceso a estudios superiores ha estado históricamente limitado a las mujeres, ya de la Antigüedad tenemos ejemplos de mujeres sobresalientes. Este es el caso de Hipatia de Alejandría, filósofa, astrónoma y matemática neoplatónica que dio clases en la Biblioteca de Alejandría. Entre sus contribuciones se cree que editó el famoso Almagesto de Tolomeo de gran importancia en la historia de la Astronomía. A su vez, se sabe que dedicó su tiempo a construir astrolabios e hidrómetros.
Tras una Edad Media con significantes sesgos culturales y, en general, una importante ralentización del desarrollo en la Ciencia, llega en los siglos XVI y XVII la Revolución Científica y con ella aparecen mujeres que, a pesar de seguir excluidas de las universidades y verse forzadas a adquirir conocimientos por su cuenta, realizan importantes aportaciones al campo. Entre ellas se encuentran Marie Lavoisier, que trabajó en colaboración con su marido Antoine Lavoisier en el ámbito de la Química. O Margaret Cavendish a quien se le atribuyen numerosas obras sobre materias científicas en los que discute fenómenos físicos como el fuego, las mareas, el viento, movimientos de planetas…
A lo largo de la ya entrada Edad Moderna podemos encontrarnos con las aportaciones de Annie Scott Dill Maunder, que junto a Edward Maunder trabajó en el Real Observatorio de Greenwich en la observación de las manchas solares y el descubrimiento del mínimo de Maunder. Y no se puede pasar por alto el maravilloso trabajo de Marie Curie, ganadora de dos Premios Nobel por su trabajo en la radioactividad. Así como el de Emmy Noether que formuló su famoso teorema, pero no fue autorizada a presentar ella misma su propio artículo.
Cabe además resaltar el detalle de que si, como nos hemos dedicado a explicar, el papel de la mujer en la Ciencia ha quedado relegado a lo largo de la historia, en el caso de las mujeres racializadas ha sido aún más difícil. La película Figuras ocultas (2016) dio a conocer la historia de Katherine Johnson, matemática afroamericana que realizó los cálculos que permitieron a la NASA llevar el hombre a la Luna. Y como ella tantas otras mujeres que hicieron cosas extraordinarias pero que pasaron desapercibidas.

Es gracias a todas estas mujeres (y muchas más que no fueron nombradas en este texto) que las niñas a día de hoy tienen a referentes y modelos a seguir que pueden animarlas a perseguir una educación en campos científicos, y quizás en no demasiados años la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres sí será una realidad.
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